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No me gusta hablar de malos resultados, sino de números altos o bajos, gráficas buenas o tipo «montaña rusa», glicadas en rango o fuera de rango.
Vivir con diabetes no es fácil, ya lo sabemos todos, y menos manejarla durante un viaje largo donde toca sortear etapas buenas y malas en la vida, con resultados de ascensos y descensos vertiginosos de glucemias provocados por diferentes situaciones tanto físicas como intelectuales.
Sentir tristeza, ira, frustración, rabia, miedo, culpa, esperanza, alegría…forma parte del camino.
No podemos ser perfectos en este camino y debemos aceptar que habrá momentos en nuestra vida, que la diabetes pasará a un segundo plano y no nos apetecerá cuidar mucho de ella. Esto forma parte de la condición del ser humano. Y esto es algo que no se enseña a manejar en las Unidades de Diabetes, lamentablemente.
No todo es contar raciones, calcular dosis de insulina o saber pincharse bien y conseguir así resultados fantásticos y ser los más mejores gestores de nuestra diabetes.
Hay días que por mucho que hagas todo bien aparecen números sin sentido, digamos un 320.
¿Hay explicaciones? ¿Vale la pena buscarlas?
A veces pasa y no hay causa.
A veces subimos una barbaridad y al poco descendemos provocando un efecto rebote.
Por eso es importante aceptar todo esto, los números sin explicación, las etapas buenas, pero también las malas, las veces que necesitas desconectar de todo lo relacionado con la diabetes, y las veces que necesitas volver a cuidarte como nunca.
El camino no es fácil pero vale la pena recorrerlo de la mejor manera que podamos.